Espiritualidad Maya de Guatemala

Espiritualidad Maya de Guatemala

Bienvenid@s a este espacio para Crecer

¡En verdad os damos gracias dos y tres veces! Hemos sido creados, se nos ha dado una boca y una cara, hablamos, oímos, pensamos y andamos; sentimos perfectamente y conocemos lo que está lejos y lo que está cerca. Vemos también lo grande y lo pequeño en el cielo y en la tierra. Os damos gracias, pues, por habernos creado, ¡oh Creador y Formador!, por habernos dado el ser, ¡oh abuela nuestra! ¡Oh nuestro abuelo!, dijeron dando las gracias por su creación y formación.

Popol Wuj

Las opiniones vertidas son responsabilidad de los autores.


miércoles, 20 de junio de 2012

EN BUSCA DE LA HIJA DEL JADE Fragmento


Amigas y amigos:
Les presentamos la obra de RUDY HAROLDO PEREZ GARCIA, gestor cultural y que entre sus pasiones está el  componer y escribir cuentos, novelas y artículos además de canciones.
 Actualmente está terminando su obra LA HIJA DEL JADE,  en donde escribe y resalta los valores espirituales indígenas a través de un tema que puede interesarles a los jóvenes.

Espero que les guste este extracto de la misma, además de agradecer la confianza que nos tuvo para publicarla en nuestro blog.

Que disfruten la lectura.

Equipo de Espiritualidad Maya de Guatemala



EN BUSCA DE LA HIJA DEL JADE
Fragmento

La mirada sincera del sol se proyectaba en las aguas negras del río. Río y sol bañaban y secaban los pies de la montaña encantada en el verano, pues eran un claroscuro similar al pensamiento de los campesinos sobre la futura siembra antes del invierno.

Cuentan que la montaña estaba poseída por un misterio desde generaciones pasadas. Aunque ahora “los de arriba” le construyeron una arteria de concreto, aún fluye la Leyenda del “Cerro Vivo” en su sangre de clorofila. Extraño que alguien, busque en su portal mágico la fama y fortuna, aunque sus entrañas, según dicen,  todavía esconden amor y dinero.

Hoy como tantos niños, los cortos años   dirigen a José y María a la escuela. La mañana es de ellos y de sus sueños para el recreo. Sus risas se olvidan de la contaminación y la indiferencia, pero no dejan de opacarse con la actitud de las moscas que pululan también sonriendo, en un hábitat que existe hace    algunas tristes generaciones. A ellos los esperan escuelitas uniformadas sin deportes, pues cuatro piedras como porterías, servirán para jugar la chamusca de futbol con un balón improvisado. En forma de golondrinas, sus padres un día los verán partir y buscarán como tantos, mejores oportunidades. Todavía la adolescencia tendrá regreso a casa. Cuando se sientan mayores dejarán una lágrima en  seres que los aman. La luna y el sol serán  confidentes de una renuncia a su cultura. Un traje formal o uno casual, amenaza a María y su corte autóctono, mientras José ya no es el de sombrero…pues ahora su protección al sol será un reproductor con audífonos, que atraviese los pensamientos con música de vanguardia…Para ambos el tun y la chirimilla,  tristemente resultarán vergüenzas anticuadas.

Hace cuarenta años el esqueleto del pueblo estaba completo. Hoy la mano muerta de una iglesia católica, con sus huesos partidos sobrevive al tiempo y al olvido.

¡Qué importa!...

Siempre surgen cosas más importantes. Talvez la vista del recuerdo lo comprenda….

Además, apenas ayer ni existían iglesias. Tuvo que ser el viento de una invasión extranjera, la que pretendió hacer desaparecer a los guías espirituales mayas. Ahora, los domingos están teñidos de una misa o un culto evangélico. La invocación a las deidades de la virgen naturaleza se quedó como añoranza…

¡Qué mas da!...

Tristemente los ritos religiosos son considerados hechicería….Sol, luna, tierra, maíz…no existen más estelas de piedra.    

La actualidad está apagando las velas de cinco colores… El verde de la madre tierra y el azul del cielo ya no reconocen su cosmos. El amarillo duda en el inicio de la vida y la maduración del día. El rojo pareciera que no quiere enfrentar con fuerza la vida. El blanco lucha por no diluirse en un gris que se llevaría la conciencia y la paz eterna. La parte dual del día no está reconociendo en el color negro el silencio y la paz de la oscuridad…

Los pies hinchados de una Ceiba observan con extrañeza los tacones de María. Sus hojas curiosas en el parque, también sonríen irónicamente observando  los sueños de dos artesanas, que piensan ser grandes mercaderes. Ambas soñadoras escriben anónimas un tanto más de las Mil y Una Noches, pues regresaron un lunes al silencioso pueblo con algunos centavos…Esporádicas comerciantes que resultaron hablando idiomas extraños con algunos turistas extranjeros.…

El viento de ausencia con un pasado en ruina recorre las calles hundidas. El río lejano de ser paisaje, con su color a noche, se lleva en plena luz del día el futuro de los niños. Sus playas la adornan camiones de basura, que en el motor llevan inconciencia y en sus carrocerías infinidad de las mismas moscas que se burlan de la sonrisa de José y María, aprovechan una cruel indiferencia. Hombres y mujeres pretenden detener con sus manos la fuerza de la resentida y alterada naturaleza. Un muro de contención que está construido solamente de ilusiones, deja la clara realidad que al pueblo la misma tierra se lo está comiendo…

Por las tardes se divisa a un viejo, esperando a nada y a nadie en un puente quebrado. Trabajadores municipales con botas de hule luchan por hacer desaparecer una poza de aguas verdes. El puente se ha estado quejando por las caries en sus muelas, pues la humedad le ha creado infecciones en forma de quebraduras. Para el viejo también con problemas en los dientes, el tiempo pasa y su soledad parece que no quiere beneficios materiales. Quinientos años no han sido suficientes para vencer sus sueños. Está pensando que algún día le devolverán esas tierras que saben curarse y renovarse de tanto maltrato; no piensa en dinero; solamente pretende seguirle dando gracias a la vida por sus sagrados alimentos.

Es curioso que los habitantes, desde hace algún tiempo elevan su vista a la planicie;  sospechan que “los de arriba” traen como en la conquista (invasión), sus caballos de metal y su poder sin conciencia. Hasta el niño tiene miedo que le invadan su pobreza. El campesino tendrá que pedir permiso para sembrar sus propias tierras.

Por la mañana el mismo viejo de la herida tarde, pasa de largo por el puente quebrado; si no vende su leña no tendrá los frijoles eternos de sus tres tiempos. Amaneció callado, nostálgico y desvelado por la lucha constante que tiene contra el gas propano. Los niños volverán a la escuela. Unas velas apagadas de la legendaria y religiosa invocación antigua poqomam, esperarán,  esperarán…esperarán…esperarán, que su luz resucite por el respeto que merecen sus raíces…

La tierra en mayo contará con la lluvia…probablemente los escasos milpales escucharán desde muy lejos el suspiro del dios del maíz.  
           
Nunca me expliqué…

- Decía doña Patrocinia-

¿Por qué aún se escucha el Tun arriba en las montañas?

           Su sonido suena con el eco de la memoria, mientras el viento quisiera devolverle su alma, su tiempo y su espacio. Repite, repite y repite las mismas melodías con derechos indígenas.

           ¡No!..El Tun no puede seguir con los mismos resentimientos. Todavía existe una luz de esperanza; un pueblo que día a día se levanta y lucha con el sudor de su trabajo, formulando oraciones para que Dios en el presente o Ajau en el pasado, ambos como uno sólo y dueños mismos del tiempo, se acuerden de una tierra sufrida…

Su sonido poqomam no ha muerto, solamente está dormido…

La mirada sincera del sol se proyectaba en las aguas negras del río. Río y sol bañaban y secaban los pies de la montaña encantada en el verano, pues eran un claroscuro similar al pensamiento de los campesinos sobre la futura siembra antes del invierno.

Cuentan que la montaña estaba poseída por un misterio desde generaciones pasadas. Aunque ahora “los de arriba” le construyeron una arteria de concreto, aún fluye la Leyenda del “Cerro Vivo” en su sangre de clorofila. Extraño que alguien, busque en su portal mágico la fama y fortuna, aunque sus entrañas, según dicen,  todavía esconden amor y dinero.

Hoy como tantos niños, los cortos años   dirigen a José y María a la escuela. La mañana es de ellos y de sus sueños para el recreo. Sus risas se olvidan de la contaminación y la indiferencia, pero no dejan de opacarse con la actitud de las moscas que pululan también sonriendo, en un hábitat que existe hace    algunas tristes generaciones. A ellos los esperan escuelitas uniformadas sin deportes, pues cuatro piedras como porterías, servirán para jugar la chamusca de futbol con un balón improvisado. En forma de golondrinas, sus padres un día los verán partir y buscarán como tantos, mejores oportunidades. Todavía la adolescencia tendrá regreso a casa. Cuando se sientan mayores dejarán una lágrima en  seres que los aman. La luna y el sol serán  confidentes de una renuncia a su cultura. Un traje formal o uno casual, amenaza a María y su corte autóctono, mientras José ya no es el de sombrero…pues ahora su protección al sol será un reproductor con audífonos, que atraviese los pensamientos con música de vanguardia…Para ambos el tun y la chirimilla,  tristemente resultarán vergüenzas anticuadas.

Hace cuarenta años el esqueleto del pueblo estaba completo. Hoy la mano muerta de una iglesia católica, con sus huesos partidos sobrevive al tiempo y al olvido.

¡Qué importa!...

Siempre surgen cosas más importantes. Talvez la vista del recuerdo lo comprenda….

Además, apenas ayer ni existían iglesias. Tuvo que ser el viento de una invasión extranjera, la que pretendió hacer desaparecer a los guías espirituales mayas. Ahora, los domingos están teñidos de una misa o un culto evangélico. La invocación a las deidades de la virgen naturaleza se quedó como añoranza…

¡Qué mas da!...

Tristemente los ritos religiosos son considerados hechicería….Sol, luna, tierra, maíz…no existen más estelas de piedra.    

La actualidad está apagando las velas de cinco colores… El verde de la madre tierra y el azul del cielo ya no reconocen su cosmos. El amarillo duda en el inicio de la vida y la maduración del día. El rojo pareciera que no quiere enfrentar con fuerza la vida. El blanco lucha por no diluirse en un gris que se llevaría la conciencia y la paz eterna. La parte dual del día no está reconociendo en el color negro el silencio y la paz de la oscuridad…

Los pies hinchados de una Ceiba observan con extrañeza los tacones de María. Sus hojas curiosas en el parque, también sonríen irónicamente observando  los sueños de dos artesanas, que piensan ser grandes mercaderes. Ambas soñadoras escriben anónimas un tanto más de las Mil y Una Noches, pues regresaron un lunes al silencioso pueblo con algunos centavos…Esporádicas comerciantes que resultaron hablando idiomas extraños con algunos turistas extranjeros.…

El viento de ausencia con un pasado en ruina recorre las calles hundidas. El río lejano de ser paisaje, con su color a noche, se lleva en plena luz del día el futuro de los niños. Sus playas la adornan camiones de basura, que en el motor llevan inconsciencia y en sus carrocerías infinidad de las mismas moscas que se burlan de la sonrisa de José y María, aprovechan una cruel indiferencia. Hombres y mujeres pretenden detener con sus manos la fuerza de la resentida y alterada naturaleza. Un muro de contención que está construido solamente de ilusiones, deja la clara realidad que al pueblo la misma tierra se lo está comiendo…

Por las tardes se divisa a un viejo, esperando a nada y a nadie en un puente quebrado. Trabajadores municipales con botas de hule luchan por hacer desaparecer una poza de aguas verdes. El puente se ha estado quejando por las caries en sus muelas, pues la humedad le ha creado infecciones en forma de quebraduras. Para el viejo también con problemas en los dientes, el tiempo pasa y su soledad parece que no quiere beneficios materiales. Quinientos años no han sido suficientes para vencer sus sueños. Está pensando que algún día le devolverán esas tierras que saben curarse y renovarse de tanto maltrato; no piensa en dinero; solamente pretende seguirle dando gracias a la vida por sus sagrados alimentos.

Es curioso que los habitantes, desde hace algún tiempo elevan su vista a la planicie;  sospechan que “los de arriba” traen como en la conquista (invasión), sus caballos de metal y su poder sin conciencia. Hasta el niño tiene miedo que le invadan su pobreza. El campesino tendrá que pedir permiso para sembrar sus propias tierras.

Por la mañana el mismo viejo de la herida tarde, pasa de largo por el puente quebrado; si no vende su leña no tendrá los frijoles eternos de sus tres tiempos. Amaneció callado, nostálgico y desvelado por la lucha constante que tiene contra el gas propano. Los niños volverán a la escuela. Unas velas apagadas de la legendaria y religiosa invocación antigua poqomam, esperarán,  esperarán…esperarán…esperarán, que su luz resucite por el respeto que merecen sus raíces…

La tierra en mayo contará con la lluvia…probablemente los escasos milpales escucharán desde muy lejos el suspiro del dios del maíz.  
           
Nunca me expliqué…

- Decía doña Patrocinia-

¿Por qué aún se escucha el Tun arriba en las montañas?

            Su sonido suena con el eco de la memoria, mientras el viento quisiera devolverle su alma, su tiempo y su espacio. Repite, repite y repite las mismas melodías con derechos indígenas.

            ¡No!..El Tun no puede seguir con los mismos resentimientos. Todavía existe una luz de esperanza; un pueblo que día a día se levanta y lucha con el sudor de su trabajo, formulando oraciones para que Dios en el presente o Ajau en el pasado, ambos como uno sólo y dueños mismos del tiempo, se acuerden de una tierra sufrida…

Su sonido poqomam no ha muerto, solamente está dormido…

 RUDY HAROLDO PEREZ GARCIA

lunes, 11 de junio de 2012

DIJE LO QUE HE VIVIDO (Fragmento) Luis Cardoza y Aragón

Luis Cardoza y Aragón es uno de los grandes entre la literatura guatemalteca, que nació en la ciudad de La Antigua Guatemala el 21 de junio de 1901.

Una de las obras más importantes de Cardoza y Aragón fue la traducción al español de la obra hoy patrimonio cultural intangible de la humanidad: “La Danza del Rabinal Achí” que  Charles Étienne Brasseur de Bourbourg tradujo del idioma achí al k’iche´y luego al francés en 1856.

Esta entre los intelectuales más importantes que Guatemala ha tenido, con una fuerte participación política durante la revolución de octubre de 1944, fue embajador de Guatemala en Suecia, Noruega y Rusia. Se cuenta que debido al temor de la sociedad guatemalteca hacia el comunismo cuando regreso a Guatemala no podía conseguir apartamento en donde vivir debido a que su esposa Lya Kostakowsky era de origen ruso. Su pensamiento le valió el exilio por estar en contra de los regímenes totalitarios que se establecieron en el país después de la contra revolución en 1954.

Murió en México el 4 de septiembre de 1992.

Les dejamos este fragmento de su ensayo “Dije lo que he vivido” que sigue siendo tan actual y tal valedero para nosotros hoy y además respetamos la forma de escribir en la que se refiere al indígena guatemalteco como Indio, sin que tenga las connotaciones racistas actuales.

Esperamos que les guste la lectura a la vez de invitarlos a leer su obra.

Equipo de Espiritualidad Maya de Guatemala.

"La poesía es la única prueba concreta de la existencia del hombre"

“El ladino suele discriminar al ladino que no discrimina al indio; y más lo discriminan si se pone de parte del indio. He gozado de esta discriminación”
Luis Cardoza y Aragón

tomada de:  http://tecnoculto.com   

II. DIJE LO QUE HE VIVIDO
(Fragmento)
Luis Cardoza y Aragón

No amamos nuestra tierra por grande y poderosa, por débil y pequeña, por sus nieves y noches blancas o su diluvio solar. La amamos, simpletmente, porque es la nuestra.

En su territorio hay una región que es la región de nuestra infancia. Y en tal región, una ciudad o un pueblecillo. En el pueblecillo, una casa. En la casa, cuatro paredes viejas y manchadas, con muebles rústicos hechos por el carpintero de la familia, con árboles que nos dolió verlos abatir. En medio de la casa, una fuente de la cual nunca dejaremos de escuchar el canto.

Todo se va replegando hasta llegar de la caja más grande a la más pequeña, del mundo a las cuatro paredes de la infancia, hasta la cuna y el ataúd. La tierra que caerá sobre esas cuatro tablas, cuando estemos de vuelta a geranios y quiebracejetes(1)  y nos empinemos en los árboles, es la tierra más dulce que existe. La niñez va corriendo como un arroyo que canta. Remontamos la corriente hasta el manantial. Hasta el amor de nuestros padres. No amamos nuestra tierra por hermosa, por alegre o triste. Por su leyenda o su primitiva felicidad sin historia. La amamos porque es la nuestra. Quiero, quisiera que vieras con ojos de mi niñez, con ojos de tu niñez. Con ojos de la niñez del mundo. Nuestro amor es bello sólo tal otro amor gemelo.

Anima la quietud de estas páginas, fuego oscuro amasado en el hondón de las entrañas. Huracán sopla para siempre mi brasa y su tibieza de rescoldo se perpetúa. El corazón de lava aún caliente sonríe su noche elemental, donde todavía sueña Kukulkán, desde el ídolo primigenio hasta las muñequitas multicolores de Mixco y las tinajas de Chinautla. Estamos en Guatemala, verde colibrí reluciente. La caja grande y dentro una más pequeña y otra. Otra y otra, hasta llegar a mi pueblo, Antigua Guatemala. Y otra más pequeña, y otra y otra, hasta la casa y mi cuarto de niño. Pongo a mi tierra sobre mis rodillas, en la palma de mi mano. Desde muy alto los ojos podrían abarcar sus límites, contemplarla, como esos pisapapeles de cristal que tienen en el centro un ramo de florecillas dormidas. No es el caso de contemplar lo que no existe. Ni de sólo admirar lo que está allí. Soy vidente, ahora pisamos tierra firme y amo la realidad.

Los arqueólogos se sumergen en la prehistoria o en la historia, exploran las entrañas de la tierra para encontrar una vasija, un hueso, un vestigio milenario, y no ven nada del mundo de los mercados, de los pueblos, de los sufrimientos que padecen los indios vivos. No sólo los arqueólogos, también los poetas, pintores, músicos, novelistas, se encandilan con el "exotismo" de donde han nacido y se ciegan para toda apreciación objetiva. Hay guatemaltecos que nos ven como los extranjeros y crean una exportable imagen colorida, igual a una vitrina de indios, tan pintoresca que casi justifica las intervenciones. Muchos de ellos ni siquiera adoptan una actitud como la del padre Las Casas, hace 400 años: se han evadido, desertado o detenido en deformaciones sentimentales, artísticas, de los indios remotos, a veces humanitarias, es cierto, pero sin conciencia sociopolítica. Casi sin excepciones, entre los arqueólogos, escritores, investigadores históricos, artistas, traductores de los libros aborígenes, no hay en Guatemala sino dos o tres que a tal vocación hayan unido, en los últimos cien años, consecuente conducta política.

Hace tiempo, mucho tiempo, había deseado escribir estas páginas. De golpe, se me vinieron mil cosas encima: mi recuerdo tartamudeó en alud amoroso. No me proponía cumplir una misión o pagar una deuda. Todo es más humilde en el fondo, vital e inevitable. Lo de misión o deuda sería pura pedantería. Deseé dar una sensación de Guatemala, de mi Guatemala. Deseé mostrar algo de su vida interior, inocente y sombría. Deseé que luzca, como todos los días, rebozo de colores y trenzas con tocoyales, dibujándola sin que ella lo advierta. Un retrato, con sus grandes aristas solamente. Abocetada con libertad, aprehendida en tres o cuatro rasgos privativos y recónditos, en los cuales está como la siento en mí, silvestre, augusta y enmarañada. Su fervor recogido en estrofas de su crecimiento: monólogos de humo y pirámides de sueño y canto.

La veo mestiza en su pensar, con barro antiguo del Popol Vuh y musgos de Landívar en un mismo pulso urgente. Indígena en la entraña, donde el corazón resuena entre mantos azules, igual al tun en los pueblecillos cuando celebran la fiesta. Sencilla y segura, camina ataviada como pájaro o reina en la miseria, un niño a la espalda, en harapos sus ropas aborígenes y fatigada la greda categórica del rostro bajo el peso que carga sobre la frente, corona rural de frutos y de flores. Va descalza, rompiéndose los pies por los caminos, la tinaja sobre el hombro, igual a la dulce Ixquic.

La belleza del cuerpo radica en lo más profundo de la materia: en la conformación y armonía del esqueleto, imagen de la muerte. Sus rasgos resurgen para mí de la viva y mineral estructura escondida, remontando hasta la piel de obsidiana al sol.

He deseado ofrecerle un testimonio de poesía: exacto de verdad práctica. Un libro de síntesis, de visión general, veloz e inesperado. Placa radiográfica y fotografía aérea al mismo tiempo. Hago una incursión en el ayer, vivo en mi recuerdo, hasta convertirlo en creación, sin celo alguno de desdoro o no sentido encumbramiento. Recojo y subrayo lo que juzgo capital para descubrir y fortalecer la filigrana del origen de nuestro sentimiento de nacionalidad. Amor de la realidad: he pesado a Guatemala sobre las alas de las mariposas, auxiliado siempre por experiencia, cifras y emoción.

Sin embargo, me siento ante ella como un árbol podado soñando con las flores de sus ramas. Desterrado en mi patria, sin salir de ella, libérrimo, feliz y amante, reencontrada en la realidad y en mis sueños, me tiendo bocarriba, más allá de mi muerte y de la muerte, sumergido en su sentimiento y en su pensamiento. Y desde el Popol Vuh tomo las ruedas dentadas que crearon la noria de la sangre. En su impulso nutren su ímpetu, a veces aun por inercia, muchas otras ruedecillas que de alguna suerte nos sirven asimismo para marcar la hora, para saber quiénes somos y saber adónde vamos. Y me atropello de nostalgia y descubro el cielo de todos los hombres, libre aquí en mi cárcel sin techo, y cuento y reconozco las estrellas, las palpo húmedas sobre mi rostro, descarnado ya, camino del cuarzo, entre la hierba y la tierra, que cegaron mis ojos de color y me llenaron la boca de polen y canciones.

Ahora recuerdo el origen de estas páginas que son sollozo, alarido y canto. No sólo hay que vivir lo que se escribe sino hay que sufrirlo. Necesidad absoluta de una patria, de mi tierra mía y su imprescindibilidad de función ecuménica. Ansia de clarificación, de forma, para que nuestro metal dé su sonido: estaba yo sentado en lo más alto del Castillo de Chichén Itzá la tarde que llegué por vez primera. Entonces, hace muchos años, sentí, como grano de mostaza, alga de lo que he escrito. Empezaba a germinar en mí. Era yo mismo la semilla. Una semillita sola, pero ya pude palpar raíces milenarias. Sobre las ruinas, el crepúsculo del trópico untaba lumbre atormentada y musgos de oro. El chaparral, asaeteado por faisanes y venados, perdíase en el horizonte hasta el mar.


1. Quiebracaquete: Enredadera silvestre que crece en las cercas de los solares y da en el otoño flores de diversos colores. Se dice que quien toca esta flor quebrará platos, vaso y demás recipientes de cocina.

Tomado de:

lunes, 4 de junio de 2012

Tierra de Maíz


Amigos y Hermanos:
Les comparto este maravilloso articulo del un hermano que en la diáspora: vive, convive y práctica la Espiritualidad Maya.

Nos hemos conocido virtualmente por la magia de Facebook, y platicando hemos platicado de infinidad de cosas. Cuándo le pregunté por qué confiaba en mí sin conocerme me dijo: Nosotros los Ajq’ij tenemos forma de saber si alguien es de fiar, y usted lo es.

Supe de esta manera que el Tata Alberto no solo tenía un gran corazón, sino que además confiaba en el Sagrado Fuego y el Sagrado T’zité para su misión como guía espiritual y en la vida cotidiana. Les comparto este articulo en donde nos cuenta la forma en que se convirtió en Ajq’ij siendo un centroamericano costarricense.

Espero que les guste la lectura tanto como a mí.

Julio Menchú
Ajq’ij Maya K’iche’
Equipo de Espiritualidad Maya de Guatemala.


Tierra de Maíz
Alberto Alpízar
Ajq’ij
Heredia, mayo 2012.


Guatemala en la visión de mis días, estaba escrita en las páginas del libro sagrado, el contenido de los textos lo fui descifrando lentamente por medio de acontecimientos que el abuelo B’atz´ fue tejiendo en los telares de mi tiempo.

Desde lo alto en la ventanilla del avión pude observar como el monumental volcán de pacaya expelía cenizas y humo que lentamente se iban expandiendo a través del aire en un espectáculo singularmente hermoso e inquietante; el palpitar de la tierra, un llamado a mi despertar,  aquella mañana en que llegaba por primera vez a Guatemala.

Había sido invitado por amigos a celebrar el 15 de setiembre, “el día de nuestra independencia”, en Quetzaltenango, pretexto que me sirvió para tomarme unos días libres y salir a respirar otro aire.

Los  colores, la gente, la algarabía en las calles, aquel olor que llegaba desde algún sitio  oculto… la magia había empezado. Ese conocimiento ancestral que se había guardado por generaciones estaba hablándome a través de las gentes, por medio de este pueblo grande.

Don Carlos el Ajq’ij a quien me habían llevado a conocer, me invitó a sentarme junto a él, era pequeño, ágil, de mirada penetrante y al mismo tiempo dulce, mostraba una gran sonrisa.

-          Éste es tu nahual –dijo- no se lo digas a nadie. tú tienes destino, puedes ser Ajq’ij como yo.

Estuvimos esa tarde hablando durante un largo rato, conocía mi vida, conocía mis secretos… quedamos de vernos a la mañana siguiente, había que poner una Ofrenda en algún lugar sagrado, debía ser presentado ante el fuego, ante los nahuales.

A las 6:00 am en punto empezamos a subir la montaña, alrededor nuestro las siembras formaba un hermoso tapete sobre los cerros, en donde sobresalía I’xim (el sagrado maíz).

A media mañana llegamos al altar, llovía…  extasiado contemplaba como don Carlos  iba dibujando con azúcar un complejo  diseño en la tierra, mismo que se iba haciendo casi invisible al contacto con el agua, luego vino el pom, el ocote, las hierbas, la canela, los puros, flores, candelas de colores, incienso, chocolates, semillas de cacao, ajonjolí, miel de abeja, caramelos, agua ardiente… ¡toda una fiesta de aroma y dulzura!

Seguía lloviendo, sin embargo el fuego que tímidamente salía de aquellas pequeñas candelas se hacía cada vez más fuerte y esa mañana, no se apagó. escuché invocaciones, palabras desconocidas, dichas en su antiguo idioma, palabras que parecían ejercer efecto sobre las energías que se movían, más bien danzaban en aquellas llamas, creando remolinos de fuego que giraban, parecía como si quisieran comunicar algo, y no lo pude evitar, fue súbito, me “conecté”… con el gran espíritu, el latir de la tierra me comenzó a hablar.

Luego de realizar este viaje, y de regreso a mi suelo  algo que había estado dormido en mi por mucho tiempo había despertado. En los días siguientes se fueron sucediendo en mi los cambios, una necesaria fuerza se fue suscitando. Una necesidad de conocimiento me fue llamando a la cercanía con los elementos.

No volví a saber de don Carlos, pasó algún tiempo, pero yo seguía inquieto, quería conocer más, yo quería estar de nuevo ante aquel fuego, y el Ajaw lo permitió.

-          hoy empieza usted su camino de conocimiento, es un camino grande y se va a encontrar de todo, sea sensato y recuerde que debemos transitar por la luz, yo decidí entregarle su mesa, pues es su responsabilidad servir a los demás, es lo que quieren los abuelos -. así me habló don mario aquella mañana de 8 B’atz´.

Habían pasado casi 3 años desde la primera vez, y recorría el sendero del fuego sagrado, atento, con los sentidos despiertos. Los cerros fueron testigos de mi andar, los volcanes observaban silenciosos como pasaban los días, como era presentado ante los nahuales, uno por uno. Vi como extendía sus alas el Tz´ikin, y como su mirada sobrepasaba el horizonte, allá, mucho más allá.

Cada uno me habló, cada uno me dijo y mi maestro me guió por cada uno de ellos, hasta que llegamos al final .y fue en Tak´alik  A´baj donde quedó mi antigua vida, había mudado de piel como el Kan.

Don mario había aparecido  meses atrás, lo conocí en mi casa, venía de visita y se quedó con nosotros unos días, después de leerme los nahuales me convenció de regresar  a Guatemala, me hospedaría en su casa y él se convertiría en mi maestro, y no sólo eso también en parte mi familia.

Estando con ellos fue acercándose otra gente, quienes hoy conforman un hermoso grupo de amigos, muchos de ellos Ajq’ij, como yo.

Finalmente en agosto del 2010 fue “asentada” mi mesa en mi casa en Heredia, una ceremonia grande con amigos, a partir de ahí el camino a sido en solitario.

Poco a poco va apareciendo la gente que se siente atraída y que quiere saber sobre la práctica de la espiritualidad maya tradicional. Tristemente observo como muchos se dejan  llevar por la des- información que nefastamente se ha colado en los medios, pero el conocimiento está vivo y hoy por hoy somos bastantes quienes desde afuera del territorio maya, luchamos por educar a nuestra gente con respeto y cariño, manteniendo la sabiduría que se nos ha heredado.

Falta poco, solo unos días, preparo los últimos detalles, con anticipación pedí permiso, este año es especial, es mediodía y el sol calienta el suelo todavía húmedo tras el aguacero de anoche, algunos pájaros cantan mientras un camión que pasa rápidamente rompe el silencio que tanto me gusta, pero no importa estoy feliz pronto estaré en I’ximulew.